Veo las fotos de celebración de Borja Bastón realizadas por el gran Eloy Alonso hace un par de jornadas
y me viene a la cabeza como hace menos de un año precisamente, con el mismo
protagonista, era la cruz lo que mostraba su rostro. La diferencia: un penalti
metido o un penalti errado.
Esto consiste en que entre o no la pelota y pasar de la
derrota a la euforia, o al revés, puede ser cosa de un año, de un partido, o
incluso de apenas unos minutos. ¡Así es el fútbol!
PD.- Por Burgos el apellido Bastón nos dibuja una
enorme sonrisa, subrayada por un bigote, de quien defendió los tres palos del
equipo de la ciudad con gran acierto y profesionalidad durante muchos años.
Gran saga ésta.