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lunes, 3 de julio de 2017

Vuela alto.

Moncalvillo 3 julio 2017 ©Tomás Alonso


Cuando yo llegué, él ya estaba. Gracias a él tengo fotos de la boda de mis padres. Fue él quien grabó, con mucha magia, mis primeras imágenes en movimiento que todavía hoy puedo proyectar. Me enseñó que cualquier cosa tiene otra nueva vida si sabes verlo. De ver donde otros sólo miran también sabía mucho. Era capaz de construir una casa de la nada ( y eso que llamaba tochanas a los ladrillos y pasta al cemento. Era paleta, lampista, artesano, carpintero...) y además de construir, donde era un maestro, me enseñó a hacer de la casa un hogar, porque si algo amaba por encima de todo era a su familia, a su amplia familia. Con su presencia daba el calor al momento y en la conversación era más de escuchar. Sus manos eran capaces de convertir el trozo desechado por otros, en el objeto bonito o útil, una nueva figura, o una cachava o un reloj... Un reloj que hoy a dejado de dar las horas. Y ya te echamos de menos. Gracias por una vida tan completa y sobre todo tan compartida... Gracias tío Julio por tu vida que seguirá siendo testimonio para los que hemos tenido la suerte de compartirla contigo. A mis hijos les seguiré hablando de este hombre bueno. Descansa.